Hoy Viernes de Dolores no queríamos dejar de hablar
de un magnifico músico de la provincia de Cádiz que tiene marchas dedicadas
fundamentalmente a su ciudad, Jerez de la Frontera, pero que no se olvidó de
Cádiz y su patrona cuando le compuso Virgen del Rosario.
La marcha que vamos a hablar hoy no es Virgen del
Rosario sino la que está considerada la una de las marchas procesionales de
mayor categoría de cuantas podamos encontrar, un prodigio en estado puro de la
arquitectura e ingeniería musical del siempre genial D. Germán Álvarez
Beigbeder. Compuesta en plena madurez del autor, esta marcha está dedicada al
Cristo de la Expiración de Jerez de la Frontera, una talla reconocidísima y
valoradísima tanto dentro como fuera de Jerez, por lo que no cabía esperar
menos de esta genial composición.
La marcha comienza en la tonalidad de re bemol mayor
en fortísimo y con un tema introductorio de marcado carácter y grandilocuencia,
tema, que por otra parte, será empleado de modo recurrente a lo largo de la
composición. Para terminar con este tema introductorio y para modo de cierre,
el autor recurre a la cola del tema, es decir, al último motivo de éste que a
su vez nos sirve para apianar para llegar a un fragmento modulante, en matiz
piano, caracterizado por el empleo de una pedal de dominante del relativo menor
en el bajo, sobre la que se monta un fragmento fraseológico encomendado a las
maderas e interrumpido por la entrada de los trombones que llevan a
cabo la cola del tema introductorio. Este fragmento, tras una subida a matiz
forte y vuelta a matiz piano, nos lleva al tema introductorio, llevado a la
dominante del relativo menor y con un carácter mucho menos marcado que en el
principio. Tres compases para afirmar la nueva tonalidad (si bemol menor) nos
conducen al tema principal.
Establecida ya la nueva tonalidad (si bemol menor),
comienza el tema principal, de corta duración, previa introducción de dos
compases de una melodía encomendada al bajo, de gran parecido con el que el
tema que le sucederá, y la línea rítmico-armónica, encomendada a los saxofones
altos juntos con otros instrumentos, en forma de síncopas. Ambas líneas
comienzan en matiz forte, junto con un golpe de maza en plato, que irá
decreciendo para llegar al piano que tomarán las maderas para presentar el
tema. Conviene destacar el empleo melódico que hace el autor del bajo, muy
distante de otros autores que lo supeditan a otras voces. Este tema, de gran
belleza, nos lleva a varios tonos antes de concluir en la tónica. Le sigue a
este tema el tema introductorio reexpuesto, esta vez en la tónica actual y con
su primitivo carácter marcado y matiz fortísimo.
Tras esta nueva reexposición del tema introductorio,
llegamos un pequeño fragmento de reminiscencias modales en forte y a cargo de
trompetas y saxos, secundados por otros instrumentos, y que tras un una nota en
fortissimo a tutti se repite en matiz piano y esta vez a cargo de las maderas y
a más voces. Este fragmento volverá a ser interrumpido por un nota a tutti y en
piano que nos conducirá a un nuevo tema de gran belleza y carga emotiva,
llevado sabiamente por una armónica muy variada y rica, al igual que la
instrumentación. Así llegamos al clímax de este tema caracterizado por el
empleo de retardos y síncopas que mantienen en vilo al oyente, una vez cerrado
el tema, se repite justo donde empezó el tema de reminiscencias modales
descrito al inicio de este párrafo.
Repetida y acabada la sección anterior, vuelve a
aparecer el tema introductorio, esta vez en la dominante y en matiz piano cuya
continuación nos lleva a un momento de profunda tensión en el que toda la banda
se une en una notas acentuadas, secas y en matiz fortísimo que acaba con un
trino a cargo de la flauta, mientras los demás instrumentos, disminuyendo la
intensidad, mueven la armonía hacia un nuevo tono, el de fa menor.
Así llegamos al lugar que debería ocupar el trío,
pero en esta marcha no se puede hablar de trío porque, aunque hay cambio de
tonalidad, esto no supone un cambio en el carácter, ni supone tampoco un
contraste con todo lo anterior sino que más bien, esta parte es derivación de
lo anterior. Mientras los instrumentos de registro grave mantienen la armonía
en notas de valor largo, saxofón alto, trompeta y fliscorno llevan a cabo una
especie de saeta a dos voces (aunque algunas es difícil percibirlas como tales y
queda todo como una sola), mientras que el clarinete, oboe y flauta interporlan
pasajes basados en el material presentado justo después del inicio de la
marcha, pasaje de carácter transicional que nos llevaba de re bemol mayor a si
bemol menor.
Para finalizar, este mismo pasaje es llevado a todos
los instrumentos disminuyendo su matiz hasta que, como de la nada, vuelve a
aparecernos el tema introductorio, esta vez en la tonalidad actual, fa menor, y
entregado a los timbres oscuros de la banda que mantendrán notas de valor largo
mientras que el bajo ejecutará, como si estuviera muriendo la marcha, la cola
del tema introductorio, que ya apareció en otros momentos de la marcha, para
acabar con una acorde apenas perceptible en el registro grave de la banda.
Que más se puede decir de esta marcha que cuenta con
elaboradísima armonía y melodía así como una instrumentación como nada más
Beigbeder sabía hacer. Sin más y con su audio les dejamos que disfruten de la
marcha interpretada por la Banda del Maestro Tejera, así como de este Viernes de Dolores. Que sean felices.
Información de la marcha extraída de la web Patrimonio Musical y fotografía de la web de la propia hermandad jerezana.
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